¿Para qué me habré levantado yo hoy?

Nuria Illescas Laguna

Muchas veces he parado por unos segundos con aquello que estuviera haciendo y me he preguntado: “¿Para qué me habré levantado yo hoy? ¿Por qué simplemente no me habré quedado en la cama? No estoy teniendo para nada un día agradable y no me apetece hacer nada de lo que tengo que hacer hoy”. Nunca espero a contestarme a mi misma porque la respuesta es algo que ya doy por hecho, por eso tampoco me paro a pensar si cuando suena el despertador puedo darme media vuelta en la cama e ignorarlo aunque sea lo que realmente me apetece.

La respuesta son todas aquellas cosas que me motivan. La respuesta es que sé que si no me hubiera levantado, no hubiera hecho los exámenes ni las tareas correspondientes a ese día y todo esto me iría poniendo obstáculos y dificultando el camino para alcanzar lo que deseo: poder acceder a la carrera que me gusta en septiembre. La respuesta es que si no cumplo con lo que tengo que hacer en el día, tampoco podré disfrutar de unas vacaciones de verano como me gustaría. La respuesta es la cantidad de experiencias y gente nueva que podré conocer en la escapada del fin de semana a cualquier parte. 

La respuesta es la conversación con mi familia a la hora de la comida, las risas con los amigos, poder ver mi serie favorita antes de que termine el día, esa clase en la que he descubierto algo que me interesaba muchísimo o el libro que leo antes de quedarme dormida. La respuesta es ese concierto del fin de semana que llevo esperando dos meses al que solo podré ir si no he acumulado cosas que hacer durante la semana. La respuesta es la satisfacción conmigo misma de que estoy haciendo las cosas bien.

La respuesta es mi canción favorita sonando entre comentario de texto y comentario de fuente histórica, el café de la tarde o alguien deseándome suerte para ese examen que me pone de los nervios.

La respuesta son las celebraciones familiares en Navidad, un solo de guitarra, el futbolín de los sábados y el calor de la cama cuando, por fin, después de hacer todo aquello que hacemos gracias a la motivación de todo esto que acabo de mencionar, nos vamos a descansar.



La motivación es esa fuerza, que sientes dentro de ti y que no sabes de dónde sale, que te empuja. Una fuerza que consigue que no te rindas ante las dificultades o los obstáculos si, verdaderamente, quieres conseguir algo. Una fuerza que logra que no repares en todo lo que tienes que hacer si el objetivo es lo suficientemente valioso para ti. Una fuerza que mantiene viva la ilusión en nuestros proyectos. Si esa fuerza desaparece te sientes vacía y perdida, sin nada por lo que trabajar. Pierdes el impulso que te obliga a movilizarte.

Todos tenemos un montón de motivos por los que no nos hemos quedado en la cama esta mañana, solo tenemos que recordarlos cada vez que sintamos la tentación de darnos media vuelta y seguir durmiendo.

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