Tu cerebro te engaña y tu sin saberlo
Lucía Alonso Carrasco y Nuria Illescas Laguna
¿Qué ves al mirar esta imagen? ¿Una copa? ¿O quizá dos caras enfrentadas?
Lo más probable es que, ahora que te lo hemos dicho, seas capaz de ver ambas cosas. Sin embargo, si le enseñas la foto a un amigo sin decirle nada, solo verá una cosa u otra.
Esto se debe a que tu cerebro necesita tomar como referencia un fondo para distinguir una figura por medio del contraste con este fondo. Así, si toma como referencia el blanco, verás las dos caras y, si toma el negro, verás una copa.
¿Qué ves al mirar esta imagen? ¿Una copa? ¿O quizá dos caras enfrentadas?
Lo más probable es que, ahora que te lo hemos dicho, seas capaz de ver ambas cosas. Sin embargo, si le enseñas la foto a un amigo sin decirle nada, solo verá una cosa u otra.
Esto se debe a que tu cerebro necesita tomar como referencia un fondo para distinguir una figura por medio del contraste con este fondo. Así, si toma como referencia el blanco, verás las dos caras y, si toma el negro, verás una copa.
¿Una joven mirando hacia un lado o una anciana?
¿Un rostro o un saxofonista?
Efectivamente, tu cerebro vuelve a jugar con tu percepción por la misma razón que en la imagen anterior: ¡no distingue cuál es el fondo!
Debido a la ley de la proximidad tendemos a agrupar los estímulos que están próximos, por eso, ¿ves en esta foto diez líneas verticales paralelas?
Nosotras tampoco, y lo más probable es que tú, debido a la ley de la proximidad, veas cinco columnas: nuestro cerebro agrupa las líneas que están más próximas.
Si te ha sorprendido la ley de la proximidad has de saber que algo muy similar pasa cuando los estímulos que percibimos son parecidos en tamaño, color o forma: también tendemos a agruparlos. Esto es la ley de la semejanza.
¿O acaso tu cerebro no ha agrupado los círculos con los círculos y los cuadrados con los cuadrados al ver esta imagen?
Seguro que al mirar esta foto no has podido evitar seguir la espiral. ¡A lo mejor incluso te has mareado!
Esto se debe a la ley de la continuidad, que hace que percibamos como si estuvieran unidos los estímulos que tienen cierta continuidad.
Esta es la espiral de Fraser, pero ¡fíjate bien! ni siquiera se trata de una espiral real. Tan solo son círculos concéntricos, mira:
¿A que parece que el círculo naranja de la primera figura es mucho más pequeño que el de la segunda? Pues tus sentidos te vuelven a engañar, son del mismo tamaño. Parecen de diferente tamaño debido a la ley del contraste por la que la percepción que tienes de un objeto depende de los objetos con los que se relaciona.
Y, para terminar, estamos seguras de que estás viendo un cubo y una jirafa, sin embargo, en las imagenes solo aparecen un conjunto de manchas que tu percepción agrupa debido a la ley de cierre.
Estas leyes de la percepción son las que estableció la Escuela de la Gestalt, que significa forma en alemán. A esta escuela pertenecían psicólogos que no creían que viéramos el mundo como es y defendían que el todo es más que la suma de las partes. Además, según los psicólogos de la gestalt, el conocimiento y la experiencia ayudan a dar sentido a la información que perciben nuestros sentidos.
Bibliografía
- Armaiden, (20 mayo 2010). La ley de la semejanza. Gestalt aplicada a la identidad de marca.
- De Vicente, Juan, (2017) Apuntes de la clase de psicología. IES Miguel Catalán.
- Juan Luis, (18 septiembre 2012). La ilusión de Fraser. Ilusionario (Guía de ilusiones ópticas).
- Torres, Arturo, (9 septiembre 2015). Teoría de la Gestalt: leyes y principios fundamentales. Psicología y Mente.
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